La tableta de piedra del rey Salomón
Image caption ¿Sería la prueba de que lo que la Biblia
contaba realmente existió?
2001. Un renombrado arqueólogo israelí recibió una
misteriosa llamada telefónica de un desconocido que lo invitó a reunirse con él
y otro respetado experto. En la clandestina reunión, les mostraron una hermosa
piedra negra con una inscripción. Los expertos la examinaron y se emocionaron.
Lo que estaba escrito en hebreo antiguo revelaba una
maravilla.
Parecía ser la evidencia tan buscada pero jamás encontrada
de que hace unos 3.000 años, en el centro de Jerusalén, realmente existió el
lugar que la Biblia llama "La casa del Señor", el magnífico templo de
Salomón.
El templo fue construido para guardar el arca de la Alianza,
el cofre sagrado que contenía los 10 Mandamientos, la palabra del Dios del
pueblo judío, y más tarde de los cristianos y los musulmanes, escrita en
piedra.
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Image caption El arca de la Alianza, tan legendaria como el
templo que la guardaba.
El templo simbolizaba la residencia personal de Dios en la
Tierra, entre su pueblo, en su ciudad elegida.
Se mantuvo en pie desde la época del rey Salomón, en el
siglo X a.C., hasta que fue destruido por el ejército del rey Nabucodonosor de
Babilonia en 586 a.C.
De la Biblia a la tableta
El capítulo 12 de Reyes 2 de la Biblia empieza contando que
Joás de Judá, quien reinó un siglo después de Salomón, ordenó recaudar fondos
para hacerle reparaciones.
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Image caption Joás fue el octavo rey de Juda, el único que
sobrevivió a una masacre instigada por su abuela paterna Atalía en la que mató
a todos los hijos de su difunto hijo, Ocozías de Judá.
"Todo el dinero consagrado que el pueblo suele traer al
templo del Señor, (...) lo deben recibir los sacerdotes, cada uno de mano de
sus familiares, para reparar los portillos del templo y todas las grietas que
se hallen".
La inscripción en la tableta, aparentemente del año 1000
a.C., describía las reparaciones hechas al templo por el rey Joás, y terminaba
diciendo:
"Reparé la construcción e hice los arreglos en el
templo y los muros que lo rodean".
La coincidencia era más que intrigante.
¿Auténtica o falsa?
Unos meses más tarde, la tableta fue llevada al Servicio
Geológico de Israel para ser autenticada.
Primero examinaron la pátina, una capa delgada que se forma
a lo largo del tiempo en la superficie de una roca o piedra por la interacción
con los químicos en el aire, agua o tierra con los minerales de la piedra
misma.
Los geólogos encontraron que la pátina era continua en el
frente de la piedra y -crucialmente- en las letras de la inscripción.
Eso significaba que habían sido grabadas en el pasado lejano.
Image caption La pátina, esa capa que se forma sobre las
rocas a lo largo de mucho tiempo, no sólo era continua sino que estaba presente
en los huecos hechos por las letras, demostrando que habían sido hechos en el
pasado lejano.
El paso siguiente fue determinar si la roca se había formado
en el área de Jerusalén, su composición química. Efectivamente, encontraron lo
que buscaban en las proporciones indicadas.
Habiendo confirmado que era antigua, la gran pregunta era
cuán antigua.
Para la datación de carbono, necesitaban que tuviera ese
elemento... y por suerte, la pátina contenía algunas partículas diminutas.
Los resultados fueron concluyentes: las partículas eran de
circa 2.300 años.
Y un último descubrimiento ayudó a cerrar el caso: la pátina
contenía diminutos gránulos de oro, precisamente lo que se esperaría en una
piedra que hubiera estado en un incendio en un templo enchapado en oro... como
lo describe la Biblia.
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Image caption La Biblia describe el Templo como un lugar
deslumbrante, con paredes enchapados en madera de cedro y oro.
En 2003 el Servicio Geológico declaró oficialmente que la
tableta era genuina.
El excepcional artefacto fue ofrecido a la venta al Museo de
Israel, hogar de muchos de los más grandes tesoros del país.
Suspicacias
Sin embargo, el museo necesitaba saber de dónde venía la
tableta.
Hasta su dueño era un misterio.
Fue entonces que la saga de la tableta se volvió muy
misteriosa: cuando el museo quiso llevar a cabo sus propias verificaciones,
tanto el hombre que la había revelado como la piedra misma desaparecieron.
La Autoridad de Antigüedades Israelí reclamaba respuestas.
Image caption El Museo de Israel necesitaba más detalles,
pero la tableta desapareció.
Una búsqueda de nueve meses del misterioso extraño que había
aparecido con la tableta eventualmente llevó a encontrarlo, un detective
privado que había sido contratado por el dueño de la más grande colección
privada de antigüedades de Israel, Oded Golan.
Golan insistió en que no era el dueño de la tableta y que no
sabía dónde estaba: que había actuado solamente como intermediario.
Pero las autoridades tenían sus sospechas: sabían que él era
el dueño del Osario de Santiago, otro artefacto extraordinario que había
aparecido hacía un par de años.
Frases modernas
En el pasado, las familias judías usaban osarios o cajas de
entierro para guardar los huesos de sus muertos en cuevas o cámaras
sepulcrales.
Ésta era muy especial, pues llevaba una inscripción que lo
vinculaba a Jesús.
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Image caption En medio de la cara del frente, se ve la
inscripción que dice: "Ya'akov Bar Yoshef Akhui di Yehshúah", que
quiere decir "Santiago, Hijo de José, Hermano de Jesús".
En 2002 había sido declarada la primera evidencia física de
la existencia de Jesucristo y causó sensación en todo el mundo.
Que el mismo coleccionista estuviera vinculado a dos
artefactos tan extraordinarios despertó sospechas.
Las autoridades registraron el apartamento y los depósitos
de Golan y recuperaron tanto el osario como la elusiva tableta.
Era hora de establecer de una vez por todas si ambas eran
genuinas.
Esta vez, formaron un comité de lingüistas y científicos
para que las examinaran.
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Image caption ¿Era o no de la época en la que estuvo en pie
el Templo de Salomón?
Al examinar la tableta, varios lingüistas dijeron que era
una falsificación, pues encontraron anacronismos: expresiones cuyo significado
era distinto en el hebreo de la época del Templo de Salomón.
Otros expertos señalaron que se sabía tan poco del hebreo
antiguo que era imposible estar seguro.
Lo que dijo la piedra
El comité recurrió a la geología.
Yuval Goren, geoarqueólogo y director del Instituto
Arqueológico de la Universidad de Tel Aviv, pronto encontró evidencia de que un
equipo de sofisticados falsificadores habían llevado a los anteriores expertos
por mal camino.
Descubrió que la composición de la pátina del revés de la
tableta era distinta a la del frente: estaba formada de sílice, de manera que
no se había formado en Jerusalén.
Además, encontró en la pátina del frente algo aún más
extraño: fósiles marinos diminutos, muy comunes, si la pátina se hubiera
formado bajo el mar, pero el Templo de Salomón no estaba cerca al mar.
Los resultados de estos análisis y otros llevaron a
conclusiones distintas a las anteriores.
Image caption Las conclusiones de la Autoridad de
Antigüedades sobre la misma tableta de piedra fueron completamente distintas a
las anteriores del Servicio Geológico.
La pátina de la piedra había sido fabricada artificialmente.
Las partículas de carbón, que produjeron la convincente
datación de carbono, habían sido agregadas a mano.
Los fragmentos de oro que sugerían que la tableta había
sobrevivido al fuego en una época antigua, eran un astuto toque de gracia.
Respecto a la caja de entierro, era auténtica... pero parte
de la inscripción no.
Los expertos situaron la primera parte del escrito
-"Santiago, Hijo de José"- en la primera mitad del siglo I d.C.; el
resto, "Hermano de Jesús", había sido añadida varios siglos más
tarde... unos 20, pues era muy reciente.
Un fraude con conocimiento de causa
Los expertos presentaron sus conclusiones: la tableta de
piedra y que el Osario de Santiago eran unas elaboradas falsificaciones.
Y las autoridades tenían claro que se trataba de un equipo
de falsificadores que contaba con expertos en varias disciplinas.
Image caption Si realmente había un equipo de falsificadores
tan expertos y con buenas conexiones, ¿cuántas de las piezas halladas en los
años anteriores podían ser falsas? Además, ¿había llegado alguna a algún museo?
Cuando la policía arrestó a Oded Golan e inspeccionó sus
propiedades, descubrió en un taller una colección de herramientas, materiales y
"antigüedades" a medio hacer.
La evidencia indicaba que estaban lidiando con una operación
a una escala mucho más grande que lo que habían pensado.
Los investigadores establecieron que coleccionistas en todo
el mundo habían pagado cientos de miles de dólares por artefactos que venían de
los asociados de Oded Golan.
Decenas de estos objetos fueron examinados por Goren y todos
resultaron ser falsos.
Image caption El deseo de encontrar evidencia de que lo que
cuenta la Biblia es historia puede ser muy profundo.
Inevitablemente, surgió el temor de que artefactos hechos
por el equipo de falsificadores hubieran llegado a los grandes museos del
mundo.
Algunos arqueólogos llegaron a concluir que todo lo que
llegó al mercado en las dos décadas anteriores a la revelación sin certificados
claros de origen debía ser considerado falso.
Muchos de esos objetos, como la tableta que disparó la
investigación, habían sido hechos para aprovecharse del deseo de muchos de
confirmar la Biblia como historia.
Sin final
En diciembre de 2004, Oded Golan fue acusado de falsificar
antigüedades.
El juicio se extendió hasta 2012, Golan fue absuelto de
todos los cargos de falsificación, pues el Estado no pudo probar su caso, y el
juez ordenó que devolviera todo lo que había confiscado.
Image caption Golan fue absuelto y el juez ordenó que le
devolvieran todo lo que le habían confiscado.
A pesar de todo, las dudas no se acallaron.
El mismo Golan le dijo al periodista Matthew Kalman del
diario israelí Ha'aretz -quien cubrió la historia desde el principio", que
no estaba seguro de qué era la tableta.
"Puede ser de la época del rey Joás, del siglo IX.
Puede ser una copia hecha más tarde de la piedra original que estaba en el
Templo, o hasta un intento de registrar en piedra las reparaciones que se
hicieron. O puede ser una falsificación hecha hace sólo 100 años. Realmente no
lo sé".
Y los expertos, siguen opinando.
En 2016, el profesor Ed Greenstein, de la Universidad
Bar-Ilan, Israel, publicó una actualización de su artículo "La supuesta
inscripción de Joás: un postmortem", en el que concluye:
"Ningún libro de texto de las antiguas inscripciones en
hebreo incluirá el llamado texto de Joás; ningún historiador del antiguo Israel
jamás contará con la inscripción como fuente; ningún gramático o lexicógrafo
del hebreo antiguo incluirá palabras, frases o formas que se encuentran en la
inscripción como datos auténticos".
No obstante, otros expertos, se inclinan para el lado
contrario.
Chaim Cohen, de la Universidad Ben Gurion, escribió en 2009,
que si se llegaba a comprobar que era una falsificación, "en mi opinión es
la falsificación más brillante de todas", mientras que Ronny Reich, uno de
los fundadores de la Autoridad de Antigüedades, señaló que "la inscripción
me parece auténtica, pues me queda difícil creer que un falsificador (o un
grupo de falsificadores) pueda saber tanto de todos los aspectos -físico,
paleográfico, lingüístico y bíblico- como para producir tal objeto".
Fuente: BBC
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