Enlace Judío México.-Ningún pueblo en el mundo colocó a la
madre en un pedestal tan alto como lo hizo el judaísmo a lo largo de todas las
generaciones.
ANDRÉ MOUSSALI PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
La madre fue convertida en una imagen que despierta
profundos sentimientos y la añoranza del alma. Representa el máximo ideal, el
prototipo de bondad y el espíritu de sacrificio.
Los judíos representan a la madre como algo sacro. La madre
histórica pasó su vida en un mar de penurias y dolor.
¿Cuántas lágrimas derramó cuando faltó en la casa un pedazo
de pan y un poco de leche para mitigar el hambre y evitar el llanto de sus
hijos?
Una de las canciones más renombradas de la madre judía es
“My Yiddishe Mame”:
Mi querida mamá,
por mí ya no debes llorar.
Mi querida mamá..mamá…ma…
cerca de ti yo voy a estar.
Ya no me voy, no sufras más,
ya no, no me iré jamás.
Ahora estoy muy cerca de ti,
por fin ya te puedo besar…
El amor de la madre judía hacia sus hijos fue siempre algo
muy mencionado en la literatura y la liturgia judías. Incluso hay canciones que
los soldados israelíes que iban al frente cantaban a sus madres para explicarle
que no debía preocuparse, que ellos regresarían para abrazarla y besarla,
porque siempre fue el símbolo del amor, de la tolerancia y del cariño, de ella
hacia sus hijos, y del respeto de éstos hacia ella.
Veo de nuevo las horribles imágenes de las madres judías,
semidesnudas, que abrazan a sus hijos antes de ser masacradas por los nazis en
Babi Yar, en Ucrania, durante la Segunda Guerra Mundial. Ahí, 33 mil madres y
sus hijos fueron masacrados hace apenas 70 años y sus cadáveres quedaron
enterrados en este lúgubre lugar. Y veo de nuevo a la madre que consuela a su
joven hija, violada por un soldado nazi en este mismo episodio. Para los nazis,
las madres y niñas judías eran parte de la liquidación impuesta por Hitler y
sus secuaces: “la solución final del pueblo judío”. Veo también la foto de
aquella madre que protege a su hijo en sus brazos cuando un soldado nazi le va
a disparar para darle fin. Nadie podía separar a estas madres de sus hijos, aun
en el momento de la muerte.
Los niños nacen en un ambiente completamente
antidemocrático, como lo mencionó Itzjak Rabin en su discurso de aceptación del
premio Nobel de la Paz, que le fue conferido al igual que a Yasser Arafat y
Shimon Peres. Se refería a aquellos niños que habían nacido antes y durante la
Segunda Guerra Mundial en los países del Este de Europa, de padres judíos, y
que por ese simple hecho fueron condenados a la muerte. Decía Rabin que los
niños no escogen a sus padres ni el lugar de su nacimiento ni tampoco el nivel económico
de su familia. Ellos nacen y mueren a consecuencia de la religión de sus
padres. Recuerdo esa cita de un niño judío que nació y murió en el gueto de
Varsovia y le dijo a su madre que hubiera preferido nacer perro, porque los
nazis no pateaban a los perros.
Cuando viajé a Israel antes de la Guerra de los Seis Días,
llevé a mi sobrino al jardín de niños en Tel Aviv, y algunas personas me
aconsejaron quitarle la gorra que llevaba puesta el niño, porque el sol era
benéfico para la piel. Unos pasos después, otras me decían que le debía cubrir
la cabeza, porque el sol era muy fuerte y le podía afectar su salud. Los
israelíes le ponen mucha atención a la vida y a la salud de los niños, porque
consideran que ellos representan la continuidad del pueblo judío. El cariño y
la atención que los mayores les brindan a los niños en Israel es algo
inconcebible.
La muerte de un joven soldado judío en el frente de guerra
es parte de un duelo nacional, porque cada uno de los habitantes de Israel lo
ve como si fuera una perdida por parte de su propia familia. Por eso el aprecio
a la vida humana es considerado como uno de los máximos valores dentro de la
moral, la cultura y las tradiciones que nos fueron infundidas a través de
nuestra Torá a lo largo de milenios.
No logro entender lo que les sucede a algunas madres
palestinas, que ofrecen dulces y festejan la muerte de un hijo que se sacrificó
para matar a unos judíos en un restaurante, en una discoteca o en una estación
de autobús. Me resulta incomprensible entender este tipo de manifestaciones de
las madres musulmanas que se vanaglorian de que sus hijos se hayan hecho
explotar para matar a sus enemigos.
Según sus tradiciones, los musulmanes consideran que la
muerte y el sacrifico de sus vidas para matar a sus enemigos es el valor más
grande al que puede llegar un ser humano. ¿Acaso las madres no se acuerdan de
haberlos amamantado y alimentado, y sufrido para verlos crecer y volverse
hombres, para luego volverse simplemente bombas? ¿Por qué inculcan en su mente
que este sacrificio es necesario y que el máximo valor es morir por una causa,
con la creencia de poder entrar al paraíso y disfrutar de las orgías sexuales
que les están reservadas en el cielo, con la atención de 70 vírgenes que los
están esperando para atenderlos? ¿La vida terrenal es tan amarga y tan triste
que el único placer y la única alegría los van a encontrar en el paraíso? ¿Es
esta la finalidad del ser humano? ¿Vivir y crecer para morir y ser así admirado
y dignificado?
Esas dos visiones opuestas del mundo son las bases de las
dos religiones: una glorifica la vida y la otra ama la muerte.
Me viene a la mente una declaración de la que fuera primera
ministra de Israel, Golda Meír: “Tendremos paz en Israel cuando los palestinos
amen más a sus hijos de lo que nos odian a nosotros”.
Fuente: Enlace Judío
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