Los productores israelíes tienen una alta capacidad de
adaptación para producir frutas de acuerdo al mercado.
La clave de la industria agrícola en Israel es la investigación
en desarrollo, que posee un carácter aplicado destinado a conseguir soluciones
de corto plazo, usualmente vinculadas al segmento exportador y a las
oportunidades de mercado.
La actividad agrícola es profundamente especializada y en
cada rubro que exporta procura ser la primera del mundo.
De ahí que su capacidad de adaptación y de cambio ante las
nuevas oportunidades en el mercado de alimentos sea verdaderamente excepcional.
El eje de su desarrollo tecnológico son los sistemas de
irrigación por goteo. Es lo que le permite producir en el corazón del desierto
del Neguev tomates, melones, algodón, espárragos, dátiles, uvas y olivas, que
se venden en el mercado interno israelí y también en Europa.
El agua tiene un precio (0,2 a 0,4 dólares por cada metro
cúbico), que se cobra a cada uno de los productores por cuotas fijas
determinadas en su distribución por el Ministerio de Infraestructura, y
reguladas por una figura central del sistema israelí, que es el Comisionado del
Agua.
Las exportaciones agrícolas son severamente inspeccionadas
porque de ellas depende la capacidad competidora del país, sobre todo en los
mercados de mayor nivel de ingreso per cápita del mundo, que son los europeos.
Por eso una dimensión decisiva de la producción agrícola son
los servicios de extensión y capacitación, para ayudar a los productores a
aumentar sus conocimientos y ofrecer una mayor calidad.
El papel del Estado es crucial en todas las actividades
agroalimentarias. Es el guía estratégico de toda la cadena de valor, incluyendo
el crédito, las ventas, la logística y el marketing. También es estatal el
sistema de seguros.
Israel nació en 1948 como un Estado socialista y esa
impronta ha sido una parte constitutiva de la identidad nacional, especialmente
marcada en el sector agrícola, donde los kibutz y los moshav siguen cumpliendo
un papel esencial.
El agro de Israel es una referencia necesaria para la
producción agrícola mundial, en una coyuntura en la que es cada vez más
decisivo lograr eficiencia en el uso del agua, por el calentamiento global, y
aplicar tecnología para intensificar la producción de alimentos, con
sustentabilidad, por el vertiginoso crecimiento de la demanda de alimentos, con
eje en el sudeste asiático.
Fuente: Clarin
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