El tema sexualidad y judaísmo es delicado y complejo.
Generalmente se reserva para discusiones privadas. Todo joven judío observante,
hombre o mujer, pasa antes de casarse por un intenso curso de educación sexual
judía (Taharat haMishpajá), donde aprende la relación entre la sexualidad y
laqedushá, esto es, nuestra conducta moral y nuestro acercamiento e imitación a
Dios.
Ese es el ámbito reservado y natural para la discusión de
estos temas. Lo que me lleva a escribir las presentes reflexiones fuera de ese
marco tradicional es que en la actualidad, muchos Yehudim se están educando,
voluntaria o subliminalmente, acerca de un tópico tan delicado por lo que se ve
y se escucha en los medios de comunicación. En muchos casos, los temas
referidos a la sexualidad se han transformado hoy en asuntos de orden
“político”, o son parte de una discusión mayor entre visiones filosóficas
opuestas: una que afirma la existencia de Dios y que ve al hombre como un ser
capaz de tomar decisiones morales, frente a otra que ve al ser humano como un
integrante evolucionado del reino animal, donde la atención a sus instintos
primarios es más importante, y hasta más noble, que su control. Como el tema es
tan amplio, voy a dedicarle algunos días o semanas (no estoy seguro, ya que no
me estoy basando en un libro o un texto ya escrito). Y me gustaría que los
lectores contribuyan con sus preguntas y comentarios (escriban sus emails a :
rabbibitton@yahoo.com )
Comenzaremos hoy, literalmente, por el principio.
La primera vez que la Torá se refiere a la sexualidad
(actividad sexual) lo hace en relación a los animales y en referencia exclusiva
al marco de la reproducción. Veamos. Luego de la creación de los primeros
animales, en el Quinto Día de la Creación, la Torá dice: (Génesis 1:22):
“Y Dios bendijo a los animales, diciendo: ‘Que sean
fructíferos y se multipliquen; que llenen las aguas de los mares y que las aves
se multipliquen sobre la tierra’.”
En este breve texto, de lo que dice, de cómo lo dice y de lo
que no dice, aprendemos los primeros elementos de la visión de la Torá sobre la
sexualidad.
1. REPRODUCCIÓN vs MORTALIDAD:
A diferencia de cualquier otra función fisiológica, como la
respiración o la circulación de la sangre, la Torá destaca por separado la
función reproductiva. Si bien la Torá no se ha referido aún a la muerte de los
seres vivos, la bendición de la reproducción nos invita a entender que los
seres vivos, individualmente, estarán sujetos a la mortalidad, pero como
especie, seguirán sobreviviendo. Esto nos recuerda en algunos aspectos a
algunos actos creativos anteriores. (a) Cuando HaShem crea la transición entre
el día y la noche, de acuerdo a Seforno, el Creador en realidad “establece” la
rotación de la tierra sobre su eje, es decir, el mecanismo que “perpetúa” esta
transición. (b) En el Segundo Día de la Creación, HaShem “divide” las aguas. De
acuerdo al Rab Moshé Hefets, fue en ese momento que HaShem estableció el
mecanismo de evaporación- precipitación (=lluvia), que garantiza la “perpetua”
producción de agua dulce. Asimismo, en este versículo, la reproducción sexual
animal está presentada como el mecanismo que el Creador establece para la
perpetuación de los seres vivos
2. ¿QUE TIPO DE BENDICIÓN?
La bendición de la reproducción animal, por lo tanto, no se
puede entender como otras bendiciones formales. Por lo general, una bendición
expresa un deseo: “Que HaShem te bendiga” significa más o menos: “Te deseo que
HaShem te cure, o te facilite tu trabajo, tu éxito, etc.” O a veces, cuando la
bendición viene directamente de HaShem y en lenguaje imperativo, manifiesta una
orden de HaShem. Como si HaShem nos dijera: “Esto es lo que Yo te ordeno hacer,
por tu bien (=bendición)”. En nuestro texto, cuando Dios bendice a los
animales, ni les está deseando que se reproduzcan ni les está ordenando que se
reproduzcan. Como en los actos creativos anteriores HaShem está estableciendo
la reproducción sexual como parte de la biología animal. La bendición que
HaShem concede a los animales, si bien está expresada con un lenguaje
imperativo, es completamente diferente a la bendición que HaShem le concede a
Adam y Javá (Eva) cuando se refiere a la reproducción sexual humana (como lo
veremos en mayor profundidad BH mañana). En nuestro texto, HaShem no se
“dirige” a los animes; no les ordena reproducirse. Esto se ve claramente en la
utilización de la palabra hebrea “lemor” que significa “diciendo” (a diferencia
de “diciéndoles”, que sí aparece cuando HaShem bendice a Adam y Javá). HaShem
“establece” la bendición de la reproducción animal; no la ordena. ¿Por qué?
Porque sólo se le puede dar una orden a un ser que puede obedecerla o
desobedecerla, aceptarla o rechazarla. Aprendemos entonces, que los animales, a
diferencia de las personas, no tienen control sobre su sexualidad o conducta
sexual.
3. IDENTIDAD SEXUAL:
En este versículo que habla de la reproducción animal no se
habla de género. No aparecen las palabras hebreas zajar o nequebá (masculino/
femenino). Los animales son creados según sus especies (Gen. 1:21): “Y Dios
creó los grandes reptiles… y todos los seres vivientes… según su especie”.
La diferenciación de géneros, sin embargo, como un anticipo
de la bendición de la reproducción sexual, sí se menciona en los seres humanos,
como parte integral de su identidad (Génesis 1:27).
(Continuará BH mañana)
RABBI YOSEF BITTON
Fuente:halaja.org
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